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VIII
DOMINGO (C) |
VIII Domingo
Ordinario
Eclesiástico 27: 5-8; 1 Corintios 15: 54-58; Lucas 6: 39-45
Estamos acercando el tiempo de Cuaresma y las lecturas de
hoy nos invitan a mirarnos de cerca para ver cuál es el
estado de nuestra alma. En unos versículos cortes, hay
varios mensajes. Primero, Jesús nos aconseja de buscar
buenos maestros para guiarnos en el camino espiritual.
Después, El habla de los peligros que encontramos durante
nuestra caminata. Y finalmente, explica que podemos saber si
estamos bien por los frutos que producimos.
Primero, vemos la importancia de buenos maestros. Cuando uno
quiere avanzar en la vida espiritual es importante encontrar
a un maestro que sabe compartir su enseñanza no solamente
por palabras sino por ejemplo. Por eso, cuando una pareja
viene para bautizar a su hijo, precisa decirles a los padres
que el niño está aprendiendo desde su nacimiento como vivir
como cristiano. El bebe está escuchando no solamente las
palabras de sus padres uno con otro, sino el tono de su voz,
su cariño o su enojo. Por más pequeño que sea, un bebe sabe
si hay paciencia o desprecio en el trato de sus padres. Y
más tarde, cuando un adulto trata de explicar la vida
cristiana, el niño ya entiende las lecciones que le va a
informar su vida.
El proceso es igual para adultos. Hay que abrir los ojos
para ver los ejemplos que encontramos en la vida diaria.
Claro que debemos prestar atención a las homilías en la
misa, pero aprendemos mucho también de los parientes y
vecinos que viven una vida fiel al ejemplo de Jesús. Cada
uno podemos pensar en padres o abuelos que han perdonado a
hijos ingratos; en vecinos que han sacrificado para cuidar a
padres enfermos; en maestros que han sacrificado tiempo para
ayudar a un alumno confundido; en amigos que han vencido
adicciones; en compañeros que han rechazado la tentación de
robar; en personas que han ayudado a gente bien necesitados.
Ellos son ejemplos que nos guían a una vida recta.
En el Evangelio, vemos que Jesús nos aconseja de cuidar
nuestro estado espiritual antes de corregir al otro. El
utiliza lenguaje fuerte diciendo “¡Hipócrita! Saca primero
la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para
sacar la paja del ojo de tu hermano”. Es tan fácil ver las
fallas del otro y seguir ciego a nuestras faltas. Cada noche
sería bueno pensar en las conversaciones que tuvimos durante
el día. ¿Sera que nuestras palabras han ofendido a otros?
¿Si es así, como podemos cambiar?
En este Sermón en el llano Jesús está formando a sus
discípulos. Ellos, a su vez, serán los guías y maestros para
los demás, incluyendo a nosotros. El amor de Dios es
efectivo, produce buenos frutos para el beneficio de los
demás. Jesús nos envía a ser testigos de la fe que
profesamos - a practicar lo que enseñamos y predicamos. Sus
palabras de hoy muestran su preocupación por la integridad y
calidad de nuestras vidas.
La pregunta más grande que encontramos al final de la
lectura es eso, “¿Cual es nuestra identidad?” Si en lo más
profundo de nuestro corazón llevemos la identidad de Cristo,
entonces nuestros frutos lo van a manifestar. Hoy podemos
pedir a Dios que nos dé un corazón sincero, lleno de
humildad y amor. Es una buena preparación para la Cuaresma.
Sr. Kathleen Maire OSF <KathleenEMaire@gmail.com>
(Las últimas siempre aparecen primero).
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