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V DOMINGO
9 de Febrero de 2025
Isaías 6:1-2a, 3-8; Salmo 138; 1 Corintios 15:1-11; Lucas 5:1-11
V
DOMINGO
(C)
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1. --
P. Carlos Salas,
OP <csalas@opsouth.org>
2. -- P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>
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P. Carlos Salas, OP <csalas@opsouth.org>
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“PRIMERAS IMPRESIONES”
Isaías 6:1-2a, 3-8; Salmo 138; 1 Corintios 15:1-11; Lucas 5:1-11
por Jude Siciliano , OP
Queridos predicadores:
Hoy tenemos historias de llamados vocacionales, del profeta
Isaías y del Evangelio de Lucas. Lo que se destaca en estas
historias es que Dios inicia el llamado, y los humanos
escuchan y responden. No es por iniciativa propia que las
personas buscan a Dios; en cambio, son receptores de la
gracia. Cómo y cuándo responden depende de ellos.
Isaías fue sacerdote y consejero de varios reyes de Israel,
pero su mensaje a menudo cayó en oídos sordos. ¿Cómo pudo
persistir en su misión a pesar de la resistencia? Hoy,
escuchamos sobre la visión inaugural de Isaías: un encuentro
dramático con Dios. En preparación para su desafiante
misión, Isaías es purificado por seres angelicales. Esta
purificación lo equipa para predicar un mensaje que a menudo
será rechazado.
Todo comienza con el encuentro de Isaías con Dios y la
atención a la palabra de Dios. Él es llamado a proclamar el
mensaje de Dios y permanecer fiel, incluso en medio de una
intensa oposición. La fuerza de Isaías vendrá de la palabra
de Dios. A pesar de no saber todo lo que se le exigirá,
Isaías pone su confianza en Dios. Cuando Dios pregunta: “¿A
quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?”, Isaías responde:
“Aquí estoy… envíame a mí”.
Una secuencia similar se desarrolla en el Evangelio de hoy.
Como en la historia de Isaías, escuchar la palabra de Dios
precede a la respuesta. Desde la barca de Simón, Jesús
predica a la multitud. Lucas describe cómo “la multitud se
agolpaba alrededor de Jesús”, ansiosa por escucharlo. Simón
y los que estaban en la barca también escuchan mientras
Jesús habla. Cuando Jesús le dice a Simón que “eche la red
para pescar”, Simón duda, señalando su fracaso después de
una noche de pesca. Sin embargo, finalmente obedece y dice:
“A tu orden”. Una vez más, un oyente receptivo escucha la
palabra, confía en ella y actúa.
Isaías y Simón estaban motivados por la palabra de Dios. La
misión de Isaías no le trajo mucho éxito externo, pero fue
limpiado del pecado y sostenido por la palabra en tiempos
difíciles. Simón, después de responder al mandato de Jesús,
experimenta una pesca milagrosa, un símbolo de las muchas
personas que serían atraídas a Jesús a través de sus
palabras y obras. Más tarde, Simón daría su vida por esa
palabra.
Podemos preguntarnos: ¿Me identifico más con Isaías o con
Simón en este momento de mi vida? Como Isaías, ¿me siento
indigno pero fortalecido por el toque purificador de Dios
para servir a los demás? O, como Simón, ¿soy consciente de
mis defectos pero alentado por las palabras tranquilizadoras
de Jesús: “No tengan miedo”? La palabra de Jesús nos libera
de la preocupación por nuestro valor, permitiéndonos dejar
atrás las dudas y seguirlo.
El Evangelio de Lucas enfatiza la totalidad de la respuesta
de los discípulos. A diferencia de Marcos y Mateo, que
describen a los discípulos dejando sus barcas, redes y
familias, Lucas señala que dejaron “todo” para seguir a
Jesús. La palabra de Jesús los liberó para entregarlo todo y
abrazar su misión de hacer discípulos de todas las naciones.
Esa misma palabra los fortalecería frente a la oposición e
incluso la muerte.
Cada uno de nosotros es amado por Dios y llamado por Jesús
para un propósito que Dios conoce desde toda la eternidad.
Tenemos la libertad de aceptar, posponer o rechazar este
llamado. Cuando nos reunimos para la Eucaristía y escuchamos
a Jesús llamar a sus discípulos a sacrificarse y seguirlo,
su invitación conlleva la fuerza que necesitamos para
responder. Cada uno de nosotros tiene una vocación y, una
vez más, escuchamos a Jesús invitándonos a seguirlo.
Recibimos su palabra con gratitud, junto con la gracia de
vivir nuestra vocación cristiana actual más plenamente.
La experiencia de la palabra de Dios ya sea audible o
visible, transformó a Isaías y a los pescadores en canales
del amor de Dios para un mundo necesitado. Su respuesta
probablemente parecía absurda para sus familias, compañeros
y comunidades. Imaginemos el desconcierto de los pescadores
experimentados, que habían "trabajado duro toda la noche y
no habían pescado nada", cuando un carpintero les dijo:
"Rema mar adentro y echen las redes". A veces, seguir el
llamado de Jesús tampoco tiene sentido para nosotros.
Esto me recuerda las tareas cotidianas que enfrentamos y que
parecen haber perdido su significado o energía; cosas que
comenzamos con entusiasmo pero que ahora nos cuesta
continuar. Pensemos en las parejas que perseveran en su
relación, en los padres que se mantienen firmes a pesar de
la indiferencia u hostilidad de sus hijos, o en aquellos que
soportan largas enfermedades mientras intentan mantener la
fe. Pensemos en aquellos que persisten en las buenas obras a
pesar de las adversidades abrumadoras, contra el racismo, la
degradación ambiental, la violencia y la adicción. Ellos han
escuchado el llamado de Jesús y confían en su promesa de
estar con ellos.
Nosotros también necesitamos escuchar nuevamente las
palabras de Jesús: “No tengan miedo”. Confiando en su
presencia y promesa, podemos continuar siguiéndolo, sin
importar los desafíos que enfrentemos.
Haga clic aquí para obtener el enlace a las lecturas de este
domingo:
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/020925.cfm
P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>
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