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XX

DOMINGO Ordinario

 

 

XX Domingo Ordinario

8/17/2025

 

 

 

 


Jeremías 38: 4-6, 8-10; Hebreos 12: 1-4; Lucas 12: 49-53


Domingo XX (C)

8/17/25

Jeremías 38: 4-6, 8-10;
Hebreos
12: 1-4;
Lucas
12: 49-53

 

Más que todo, las lecturas hoy nos dicen que hay consecuencias por lo que decimos y hacemos. En la primera lectura encontramos a Jeremías, el profeta que tuvo la tarea desagradable de anunciar a los soldados israelitas que debían rendirse en vez de luchar. Jeremías sabía que los israelitas tenían que perder su batalla, porque habían ofendido a Dios. Sin embargo, los jefes le tomaron prisionero y le bajaron a un pozo lleno de lodo, dejándole solo y destinado a morir.  Los jefes pensaron que Jeremías no se preocupó del bien de la ciudad, queriendo que se la perdiera a los enemigos. Jeremías sabía que la verdad era que, a pesar de todo, la cuidad iba a perderse. Para Jeremías, hubiera sido mucho más fácil callarse, pero el eligió seguir la voz de Dios y anunciar la verdad, sabiendo que tendría que sufrir, y tal vez morir.

 

El Evangelio también habla de las consecuencias de seguirle a Jesús. Entre los discípulos, había personas que le aceptaron sin reserva, siguiendo sus enseñanzas y aceptando la nueva manera de vivir. Poco después de la muerte de Jesús, las autoridades religiosas judías excomulgaban a todos los que se habían convertido. Estos primeros cristianos se quedaron aislados de la comunidad judía religiosa, económica y social. La situación era aún peor si solamente parte de la familia se convirtió. Así resultaron divisiones dentro de la familia, y sufrimiento no solamente de las autoridades, sino de los parientes que ya no les aceptaron como familia.

 

En este momento de la historia, tales divisiones causadas por la religión son raras. Sin embargo, hay todavía consecuencias serias resultando de aceptar a Jesús. Pensamos en los momentos de angustia para una pareja que quiere casarse cuando el esposo no-católico no está de acuerdo a criar a los niños como católicos. Pensamos en la burla que uno sufre cuando tiene que defender su posición política basado en una convicción que un candidato no respecta a los derechos de los pobres o los inmigrantes. Pensamos en un empleado que tiene que luchar con su conciencia cuando ve que su jefe está robando a la empresa. Pensamos en una muchacha que sufre rechazo de la parte de su mamá cuando le dice que su compañero le está molestando. Decir la verdad y hacer lo bueno tiene consecuencias en nuestras vidas hoy.

 

Estamos acostumbrados a pensar en Jesús como el mensajero de paz y de tranquilidad. Era el mensaje de los ángeles al momento de su nacimiento, y a través de su vida, Jesús predicó la paz.  Pero la lectura nos avisa que no todos están dispuestos a aceptar su mensaje. Cuando encontramos a personas que escogen su propio bien o el bien de su grupo sobre el bien común, hay luchas y divisiones. No debemos asustarnos cuando llega el momento de tal división.  Tenemos que aceptar las consecuencias, tal como Jeremías.

 

Hoy es buena idea acercarnos al altar pidiendo entendimiento y apertura en la mente y el corazón. Podemos pedir la gracia de seguir fiel y no sufrir la división que puede resultar en la familia por causa de la religión. Y debemos pedir paz y reconciliación por todas las divisiones causadas en el mundo en el nombre de la religión.

 


Sr. Kathleen Maire  OSF <KathleenEMaire@gmail.com>


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