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Pentecostés |
Pentecostés
8 de Junio 2025
Hechos 2: 1-11; Corintios: 12: 3-7,12-13; Juan 20: 19-23
Seguro que nos fascina el relato del libro de los Hechos de los Apóstoles que acabamos de escuchar. Dice que, en el día de Pentecostés, de repente había un gran ruido como de un viento fuerte; que apreciaron lenguas de fuego; y con la llegada del Espíritu Santo, los discípulos empezaron a hablar en otros idiomas, según la inspiración del Espíritu. Lo importante era que cuando salieron del cuarto cerrado para predicar, gente de todas partes los escuchó en su mismo idioma. Los visitantes a Jerusalén podían entender las palabras acerca de Jesús, de sus grandes obras, de su amor misericordioso, de su muerte y de su Resurrección. Se quedaron atónitos y llenos de admiración.
El poder del Espíritu Santo es un regalo dado no solamente por los discípulos, sino por toda la gente que escuchó a los discípulos. El énfasis de la lectura es en el milagro que ocurre cuando los discípulos salieron del cuarto cerrado y empezaron el trabajo para compartir la Buena Nueva de Jesús. Es en este impulso del Espíritu que nace la Iglesia que tenemos hoy- en el poder del Espíritu que llena a los cristianos y les de el coraje de salir de la seguridad de su hogar y compartir las maravillas del amor de Dios.
¿Cual es el idioma que habla Ud.? ¿Cuál es el idioma que expresa la Buena Nueva en nuestros días? ¿Cual es el idioma que el Espíritu nos facilita hoy en el compartir del mensaje de Jesús? Es este idioma que debemos pedir hoy, en esta gran fiesta de Pentecostés. Creo que debemos pedir el idioma de comprensión- comprensión dentro de la familia, especialmente con los que nos causan dificultad. Comprensión entre esposos, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, primos y cuñados. Existe tanto sufrimiento dentro de familias hoy- los que sufren de abuso y de negligencia; los que sufren de falta de sentimientos; los que sufren de las acciones de uno de la pareja. Necesitamos el idioma de comprensión para hablar la verdad y escuchar lo que dice nuestro corazón y el corazón del otro.
Debemos pedir también el idioma de paciencia- paciencia con los hijos que nos presentan con mil demandas que no podemos cumplir. Paciencia con los ancianos que nos piden tiempo y cuidado. Paciencia con la pareja que de repente tiene otros intereses y compañeros que no nos incluyen. Paciencia con nosotros mismos, cuando vemos que las posibilidades de la juventud nos están escapando.
Hoy es una gran fiesta de la Iglesia- celebramos la llegada del Espíritu, no solamente en el momento de los apóstoles, pero para siempre, para nosotros. Más que todo, podemos pedir hoy el gran regalo de la paz que Jesús nos prometió. Podemos pedir la gracia de creer que estamos perdonados por los pecados y que podemos extender esta paz hoy en día. Podemos creer que estamos bendecidos con el poder del Espíritu, un poder que es capaz de llevar la sabiduría a un mundo que busca sentido; un poder que es capaz de sanar un mundo que sufre de envidia y violencia; un poder que es capaz de hablar la verdad en un mundo que se deja engañar por la propaganda; un poder que es capaz de proclamar el amor a un mundo que vive encerrado en el miedo. Por nuestras acciones y manera de ser, poder continuar la presencia de Cristo que nos dice “La paz esté con ustedes”.
Sr. Kathleen Maire OSF <KathleenEMaire@gmail.com>
(Las últimas siempre aparecen primero).
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