Estimados lectores,
Al llegar al tercer domingo del tiempo ordinario, ya estamos comenzando la plena
marcha de un año nuevo lo cual nos da la oportunidad de predicar el mensaje de
Jesucristo y descubrir su presencia entre nosotros. Se trata de una misión que
tiene varias características que pueden parecer como polos opuestos, entre ellas
la urgencia y la paciencia, la necesidad de exhortar e instar y el deber de
consolar y escuchar. Sin embargo, todos nuestros esfuerzos deben unirse en el
seguimiento de Jesucristo. Ojalá que en el año 2021, encontramos la paz y las
fuerzas de predicar la esperanza por encontrarnos en el amor de Dios.
Paz y bien,
Padre fray Charlie, O.P.
III Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B
Jonás 3, 1-5. 10 / Salmo 24 / 1 Corintios 7, 29-31 / Marcos 1, 14-20
“Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.” …. “El tiempo apremia” “Porque
este mundo que vemos es pasajero” …. “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de
Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio.”
Escuchamos claramente en cada lectura un tema importante: La urgencia.
Urgencia: El mensaje del Evangelio y la cercanía del Reino de Dios y el llamado
de Cristo instando la gente a la conversión. San Pablo resaltando la realidad de
que nuestra vida pasa y que el tiempo no se detiene y que la conversión nos urge
porque se trata de vida y muerte. El profeta Jonás pregonando con insistencia la
destrucción como resultado de la mala vida. En cada lectura no cabe duda, los
asuntos mundanos son secundarios en comparación a las exigencias del seguimiento
de Jesucristo y la eternidad.
En la lectura del Evangelio según san Marcos, los primeros apóstoles dejaron las
redes de inmediato al escuchar el llamado de Jesús. Fue tan importante e
impactante. La decisión de seguirlo no fue tomar una decisión basada sobre una
promesa de un futuro seguro sino fue arriesgarse todo por la propuesta de
alguien – Jesús - que no podían resistir.
Al mismo tiempo, dejaron la vida del pescador, no para aventurarse sino para
seguir a Jesucristo. Él no les dio garantías de seguridad sino la promesa de
salvación. Jesús no les llamo a una vida llena de lujos y fama, pero de servicio
y sacrificio.
Podemos discernir una tensión entre la urgencia del Evangelio y la paciencia de
Dios. Los dos aspectos no son contradictorios pues ambos hablan del Señor y su
manera de actuar en nuestro entorno. Encontrar y experimentar la salvación es
fruto de estar en relación con Dios por medio de un caminar tras las huellas de
Jesucristo que puede parecer ser largo y difícil y que exige mucha paciencia y
al mismo tiempo nos urge porque se trata de nuestro destino y nos reta a
descubrir la verdad de Dios y de nuestra humanidad.
Yo propongo que semejante tensión entre la urgencia y la paciencia y el
equilibrio de estos dos aspectos que debemos mantener es como un eje central de
la vida cristiana. Pues en el Señor Jesús encontramos ambos y son necesarios
según las exigencias de nuestra fe en cada momento.
La vida cristiana es como una aventura porque nos exige dejar a un lado nuestro
egoísmo y aprender a aceptar y poner en práctica la voluntad de Dios. Sin
embargo, a veces la aventura nos requiere esperar y escuchar al Señor y en otros
momentos debemos ponernos en camino resistiendo la inercia y la comodidad.
En el principio y al final, la voluntad de Dios es muy clara: en cada instante
nos llama al amor - amar como Jesucristo nos ha ensenado amar. En su bondad
encontraremos descanso y paz y recibiremos las fuerzas y la razón para avanzar y
no perder el tiempo.
Padre fray Charles Johnson, O.P.