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Sagrada
Familia Jesús Maria Y José (C)
Samuel 1: 20-22,
24-28;
1 Juan 3:1-2, 21-24;
Lucas 2:41-52
Generalmente cuando vemos representaciones de la Sagrada Familia, miramos a una
familia unida. Por lo siguiente, tenemos la idea que la familia tuvo una vida
sin las preocupaciones y crisis como las que marcan nuestras vidas. Aun mas, es
fácil pensar que la familia de Jesús pudo pasar por la vida con la seguridad que
Dios estaba con ellos, y por eso no tenían que preocuparse de las cosas que
hacen tan difícil nuestros días.
Es por eso por lo que el Evangelio de san Lucas nos da un retrato de la realidad
de la Sagrada Familia. El viaje de Nazaret a Jerusalén les tomó cuatro días. El
camino era peligroso y la familia viajaba en caravana, las mujeres y niños
pequeños separados de los hombres. Jesús tenía doce años. Seguro que María pensó
que su hijo quería juntarse con los hombres, y tal vez José pensó que Jesús
prefería la compañía de otros niños. Podemos imaginar su miedo y preocupación al
descubrir al final del día, que Jesús no estaba ni con unos ni con otros. Se ve
una familia en angustia. Padre y madre sabían que Dios les había confiado este
hijo, y ahora, se quedó perdido.
Los dos tenían que regresar a Jerusalén al día siguiente, y buscar al niño el
día después. ¿Cómo pasaron la noche? Tal vez imaginaban que Jesús estaba en
peligro, entre ladrones o tal vez muerto. Y cuando por fin le encontraron en el
Templo, su respuesta a la pregunta de María nos parece dura. Lo que sabemos por
cierto es que ella no lo entendió. Los tres regresaron a Nazaret y san Lucas
dice que Jesús siguió sujeto a la autoridad de sus padres, pero se puede
imaginar la impresión que dejo este incidente en la vida de los dos.
De nuestro punto en la historia, sabemos que san Lucas quería demostrar que la
relación entre Jesús y su Padre tenía prioridad sobre todo. Pero como estamos
celebrando la fiesta de la Sagrada Familia, tenemos que preguntarnos que debemos
aprender de este relato. Creo que el mensaje es que la vida en familia, por más
sagrada que sea, tiene momentos de angustia, de malos entendimientos y de duda.
En la vida de cada uno, la familia nunca llega a reflejar lo ideal. Siempre
estamos tratando de llegar a una relación profunda de amor y entendimiento, pero
el camino es largo y lleno de dificultades. A veces pasamos días, meses y años
tratando de entender cómo seguir adelante. Necesitamos paciencia y una confianza
profunda en Dios.
Pensamos en las familias que conocemos. Hay familias tradicionales; pero más y
más hay familias con una madre soltera; familias con un esposo separado por
trabajo en otro estado o país; familias con dos madres o dos padres; familias
con hijos de dos matrimonios; familias con un hijo o hija en la cárcel; familias
viviendo con problemas de alcoholismo o abuso; familias con hijos viviendo entre
dos casas; y familias en albergues. Tal vez nos cae dificil aceptar estas
situaciones. Pero en cualquiera de estas circunstancias, podemos encontrar a
familias sagradas, con personas buscando la presencia de Dios y la gracia de
extender comprensión y cariño. Tal vez el mensaje hoy es de dejar de enfocar en
los problemas de estas familias y concentrar en la valentía y la entrega que
demuestran al transcurso de su vida.
La familia sagrada no es una familia sin problemas, sino una familia que está
abierta a la presencia de Dios. La familia sagrada de hoy no es una familia
ideal, sino una familia que se esfuerza a reflejar el amor y la ternura que
encontramos en los retratos de la Santa Familia.
Sr. Kathleen Maire OSF <KathleenEMaire@gmail.com>
(Las últimas siempre aparecen primero).
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