
1.22.2023
Isaías 8:23-9:3
Corintios 1:10-13, 17
Mateo 4:12-23
Parece que poco después de que Jesús empieza su vida pública,
los eventos se ponían mal. Juan estaba predicando y anunciando
que el Reino de Dios estaba cerca. Herodes estaba torturado por
el miedo – miedo que otros, hasta sus familiares, estaban
planeando matrele o quitarle el poder. Sabía que Juan había
capturado la imaginación de la gente y que estaba anunciando la
venida de otro reino. Herodes hizo todo lo posible para eliminar
cualquier amenaza a su posición. Y Juan presentaba una amenaza
real. Entonces Herodes arrestó a Juan.
Se puede imaginar la angustia que sufrió Juan. Él había vivido
en el desierto; ahora se encuentra en la cárcel. Su voz fuerte
que había condenado a los pecadores y dio esperanza a los
pobres, ahora se queda callada. Su mensaje que había llegado a
tanta y tantas personas ya no se puede escuchar. Vemos que las
autoridades hicieron lo que siempre hacen cuando se encuentran
amenazadas – quitan la voz de los que los critican.
En tales circunstancias, tal vez pensamos que el camino prudente
para Jesús hubiera sido escapar del poder de Herodes y
esconderse en un lugar seguro. Pero Jesús hace todo lo
contrario. El sale de Nazaret para establecerse en Cafarnaúm, en
pleno territorio de Herodes. Jesús no se deja controlar por el
miedo. Su misión es lo que le guía y lo que dirige sus pasos.
Ahora escuchamos el mensaje de Juan predicado por la voz de
Jesús: “Conciértense, porque ya está cerca el reino de los
cielos”. El mensaje no se puede encarcelar.
Juan había pasado su vida en el desierto y la gente tenía que
salir de sus pueblos para escucharle. Ahora, Jesús está llevando
el mensaje a las aldeas y a los pueblos de toda Galilea. Jesús
está ofreciendo este mensaje de esperanza a todos, hasta a los
que no saben que lo necesitan. La Buena Nueva es para todos –
los que hacen esfuerzos para buscarla y los que ni se dan cuenta
de su necesidad. Jesús no espera que la gente se acerque a Él:
Él va buscando a todas sus ovejas perdidas.
Vemos que Jesús se da cuenta de que no puede cumplir esta misión
por sí mismo. Necesita colaboradores y va buscándolos en el
lugar donde están. No son gente preparada. No son de la clase
privilegiada. No son de los sacerdotes. Son pescadores
sencillos. Pero Jesús ve que tenían un corazón abierto y la
capacidad de correr riesgos para la misión.
Hoy en día, Jesús sigue el mismo camino. No se contenta de
quedarse en lugares seguros, lejos de peligro. Más bien quiere
andar entre los pueblos y aldeas donde hay gente anhelando la
Buena Nueva. Y sigue buscando colaboradores entre la gente
sencilla. Nosotros estamos en esta categoría. Para proclamar la
Buena Nueva, lo más necesario es un corazón abierto y la
capacidad de correr riesgos en la proclamación del mensaje.
Aquí en la misa, vamos a pedir la gracia de tomar en serio la
invitación de Jesús y la determinación de entregarnos a la
misión.